Con flores, llantos y risas, fueron recibidas anoche en el Aeropuerto Internacional Las Américas de la capital las dominicanas Raysa Otáñez y su hija Rayrub Torres Otáñez, quienes viajaban en el crucero “Costa Concordia”, que encalló en las costas de Italia.
“Yo me entregué al Señor en un momento en que vi que salvarse era imposible. Le puse un BB a mi padre, pero no le dije la magnitud de la situación para que no se preocupara”, dijo la joven.
Expresó que desde el momento en que el crucero impactó, sabía que algo andaba mal, pero el capitán y la tripulación les ocultaron a los viajeros lo que ocurría hasta que cada uno se enteró por su propia cuenta.
Dijo que luego del impacto tardó más de dos horas en ser rescatada, porque nadie disponía ninguna acción y sólo había confusión y desesperación.
“Para mí me había trasladado al Titanic. Fue tan parecido. Vi muchas personas caer al agua, otros lanzarse, otros ser heridos al caer al agua, pero permanecí calmada y atenta a ver cuál era la mejor forma que podía encontrar para salvarme junto a mi madre”, dijo.
Manifestó que en todo momento permaneció junto a su madre, que en principio no tomó en serio el impacto.
De su lado, su madre Raysa Otáñez cuando fue recibida por amigos y familiares, sólo dio gracias a Dios por haberle permitido vivir para contar la experiencia.
“Le doy gracias también al Presidente de la República que se preocupó por nosotras también y a la prensa dominicana que se mostró tan interesada en nuestro caso”, dijo.
Manifestó que luego se sentará con periodistas dominicanos para contarle la experiencia vivida, pero agregó que en estos momentos sólo quería abrazar a su familia y compartir con ellos.
“Llevo más de tres días sin dormir, porque después del naufragio tuvimos que hacer muchas diligencias para recuperar nuestros documentos y regresar al país. Ha sido algo muy grande lo que hemos vivido mi hija y yo”, agregó.
listindiario.com
“Yo me entregué al Señor en un momento en que vi que salvarse era imposible. Le puse un BB a mi padre, pero no le dije la magnitud de la situación para que no se preocupara”, dijo la joven.
Expresó que desde el momento en que el crucero impactó, sabía que algo andaba mal, pero el capitán y la tripulación les ocultaron a los viajeros lo que ocurría hasta que cada uno se enteró por su propia cuenta.
Dijo que luego del impacto tardó más de dos horas en ser rescatada, porque nadie disponía ninguna acción y sólo había confusión y desesperación.
“Para mí me había trasladado al Titanic. Fue tan parecido. Vi muchas personas caer al agua, otros lanzarse, otros ser heridos al caer al agua, pero permanecí calmada y atenta a ver cuál era la mejor forma que podía encontrar para salvarme junto a mi madre”, dijo.
Manifestó que en todo momento permaneció junto a su madre, que en principio no tomó en serio el impacto.
De su lado, su madre Raysa Otáñez cuando fue recibida por amigos y familiares, sólo dio gracias a Dios por haberle permitido vivir para contar la experiencia.
“Le doy gracias también al Presidente de la República que se preocupó por nosotras también y a la prensa dominicana que se mostró tan interesada en nuestro caso”, dijo.
Manifestó que luego se sentará con periodistas dominicanos para contarle la experiencia vivida, pero agregó que en estos momentos sólo quería abrazar a su familia y compartir con ellos.
“Llevo más de tres días sin dormir, porque después del naufragio tuvimos que hacer muchas diligencias para recuperar nuestros documentos y regresar al país. Ha sido algo muy grande lo que hemos vivido mi hija y yo”, agregó.
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